Descripción
Yo no quería ser Poeta,
quería ser yo mismo.
Aupar al niño que fui sobre mi espalda
y dejarle el timón de una vida sencilla,
sin instinto de propietario,
sin fronteras, ni pieles,
ni viajes de ombligo a ninguna parte.
Quería un jardín donde buscar la lluvia
con los pies, haciendo del barro raíces.
Quería ser la palabra, cumplir con el verbo dado
como aquel abuelo que asentaba su nombre
sobre la honra y el trabajo.
Quería ser solidario, no abandonar a ningún personaje
con su página en blanco,
ser parte de una tribu donde no se escatimase
en abrazos.
Quería ser yo, para cumplir mis cumbres
bastaba con subir a la montaña;
escuchar el mar emboscado en el viento
entre las hojas de palmera.
Yo no quería ser Poeta,
pero acabé inventando un reino
en la terraza de casa,
donde el Principito tenía su rosa
y era el Poema la única forma
de escapar entre la pared y la espada.
Yo no quise ser Poeta
y mis cartas nunca estuvieron marcadas,
pero en las noches más oscuras,
solo el verso fue capaz de imaginar
la madrugada.

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